22 de diciembre de 2009


Queridas Familias…

¡¡¡Felices Fiestas y Felices Vacaciones!!!

Con Cariño

¿Qué celebramos cuando celebramos Navidad?

Hay algunas cosas en la vida que nunca se olvidan.

Una de ellas es el primer llanto del hijo… un llanto nos llena de alegría y nos cambia la vida. Muchas veces pienso en ese primer llanto de Jesús. En medio de la noche, de la pobreza, de la soledad, alejados de todos, hace 2.000 años, se escuchó un llanto que cambió la historia de humanidad. Un llanto que nos habla de la grandeza de Dios, porque solo un Dios que no tiene que demostrar que es grande puede hacerse tan pequeño.

La grandeza de hacerse pequeño, poco importante, de estar al servicio del otro, de la grandeza de ser el último, de no buscar honores, de ser sencillo son cosas que a veces no valoramos.

Dios se hace niño, porque no teme aprender, acercarse al más débil, necesitar de María y José para vivir, tener amigos. Él con su ejemplo, con su vida, nos muestra que este es el camino. Cuando queremos ser el más importante en nuestra familia, cuando no escuchemos a los más pequeños, cuando pretendamos que nos sirvan todo el tiempo, cuando pensemos que no necesitamos de nadie, que no tenemos nada que aprender de nuestros hijos o de nuestros padres recordemos el primer llanto de Jesús.

Que en esta Navidad el llanto del Niño, que es un llanto de alegría y de vida nos cambie el corazón, transforme nuestra vida y que nosotros tampoco tengamos miedo de hacernos necesitados de los demás. Que el llanto de Jesús inunde nuestras familias, que este Dios _ Niño que festejamos en Navidad nos recuerde que Dios caminó los mismos caminos que los hombres, vivió sus alegrías y sus angustias y demostró que se puede, que vale la pena intentar vivir de una manera distinta, mejor, como Él mismo vivió.

Nuestro Dios es grande porque no teme ser pequeño.


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